TOMÁS DENTE: "SÉ A DÓNDE QUIERO LLEGAR"

Atrevido e inquieto, recorre los 100 barrios porteños para "Hoy puede ser", de Andrea del Boca. Y desea en el futuro ser conductor.

Es capaz de ponerse en cuatro patas y ladrar cual perrito faldero frente a cámara o llevar a caballito a los "sorprendidos" de Hoy puede ser (Canal 13) con tal de lograr su cometido de subirlos al micro. Atrevido e híperinquieto, Tomás Dente es el muchacho que recorre los cien barrios porteños más el conurbano con la sonrisa siempre dispuesta.

Proveniente del planeta "chimentero", cambió el espectáculo por los sueños que intenta cumplir el programa de Andrea del Boca. "Soy ambicioso y avasallante", se presenta.

Máquina parlanchina con una energía desbordante, el hermano del actor Fernando Dente (la revelación de la versión local de High School Musical y de Hairspray) encontró la receta para no pasar por alto en un medio que puede "borrar de un plumazo": "Soy capaz de locuras, no me interesa el ridículo. Hoy los cronistas pasan desapercibidos y yo genero cosas para que la gente hable", se sincera.

Tiene 29 años, un pasado como "ex futuro arquitecto", una carrera de periodismo terminada y un currículum como movilero de Los profesionales (con Viviana Canosa).

"Mi vocación era estar en TV. Uno es arquitecto de su vida y yo sabía que lo mío era estar en un estudio de tele", advierte mientras "compra" con su discurso a una mesera de la Plaza Serrano y oficia de anfitrión de una pareja de turistas suecos. Podría tratarse de una pose, pero jura que es "transparente", que muchos lo acusan de "gritón, exagerado y demasiado alegre", pero que es "impermeable a la crítica destructiva". "Si me critican bien, escucho y aprendo. Tengo que tratar de dosificar tanta energía", explica gracioso.

Antes de perseguir a celebridades (y pseudocelebridades), trabajaba en encuestas de programación para Canal 13. Había sido "el mejor vendedor de tarjetas de crédito" y el cajero de un banco al que "los jubilados elegían por su simpatía", pero un día fue elegido para participar del magazine de moda Tendencia y más tarde cayó en las oficinas de Canal 9: "No hice casting. Viviana Canosa me vio y le dijo a su esposo, A este chico lo quiero ya".

Llegaron, entonces, las entrevistas a Susana Giménez ("me puse de rodillas para pedirle que me hablara sobre la relación Lozano y Corcho Rodríguez y terminé paseándola por todos los temas"), y otras que lo afianzaron como cronista. "Con mi mejor cara he llegado a preguntar barbaridades.

Si uno no escapa a tiempo, se eterniza en ese rótulo. Yo sentía que podía ir un paso más adelante, por eso, agradecido por lo vivido, dejé", comenta, y aclara tajante: "Tengo muy claro a dónde quiero llegar: quiero ser conductor de TV".

Incondicional de Roxette pese a los años —de allí el nombre Tom Rox por el que muchos lo llaman—, se levanta a las seis de la mañana para recorrer Buenos Aires y convencer a los televidentes de que suban al colectivo que los llevará hasta Canal 13.

"Choco con muchas realidades en un mismo país. En una cuadra ves mansiones y a la siguiente, villas. Me gusta involucrarme en la cuestión social", asegura y disminuye su extroversión para mostrarse sensible: "Genero vínculos con los participantes. Me emocionó que, por ejemplo, una nena quisiera agradecer a su abuela la donación de un riñón pese a los riesgos que implicaba".

En el umbral de los 30, jura que nunca tuvo novia ("no soy un picaflor", aclara), sueña con sentarse a la mesa de Mirtha Legrand y dice que sus fichas están depositadas en su carrera: "Actor, como mi hermano, no quiero ser. No me preparé y hay mucho ladri dando vueltas. No se pueden ocupar todos los lugares. Lo mío es la comunicación, pero opino que la tele necesita renovación urgente. Es una TV de divos marchitos. Y yo estoy preparado para la conducción".

Por Marina Zucchi - Clarín