MATÍAS ALE: "ESTOY MEJOR QUE NUNCA"

ENTREVISTA A MATÍAS ALÉ LUEGO DE SU SEPARACIÓN

—En medio de la vorágine de estos últimos días, ¿tuvo tiempo de despejar la mente?
—Ahora estoy haciendo el duelo, y sé que esta vorágine y la terapia me contienen.

—¿Qué motivó la separación?
—No quiero hablar sobre los conflictos. Guardo momentos muy difíciles como la despedida con sus hijos, el llanto. Con Graciela tuvimos un almuerzo muy lindo y me sorprendió la reacción serena de ambos. Los dos consideramos que era lo mejor seguir caminando por senderos separados por más que nos doliera el alma.

—¿Le resultó difícil encontrar una justificación para terminar?
—A los dos nos resultó difícil. Pero había justificaciones. Además, fue una decisión consensuada con su familia. En soledad, descubrí que estoy sereno con mi dolor y con mi duelo.

—¿Quién perdió en la separación?
—Perdimos los dos. Sin darnos cuenta entramos en un proceso que llevó a que tuviéramos que decidir esto. A nosotros todo siempre nos costó el triple. La decisión de estar juntos, la ansiedad, los hijos y, sobre todo, el medio. Después de dos años de conocernos ya éramos una familia armoniosa. Por eso creo que los dos perdimos mucho, pero todo eso que fuimos viviendo, como el casamiento en Cuba que cubrió CARAS, y muchos otros recuerdos, si seguíamos así se hubiesen borrado.

—¿Cómo reaccionaron los hijos de ella?
—Muy bien. Son personas brillantes y divinas. La mamá de `Grace´, Norma, lloró el día que fui a buscar mis cosas. También me dolió separarme del perro y el gato, que se los quedó ella. ¿Para qué agregar más vacío al vacío, no?

—¿Cuánto creció al lado de Graciela?
—Un montón. Salté un montón de etapas, y estoy feliz por todo lo que aprendí. Ella fue muy generosa en todo sentido. Y yo también puse toda la carne al asador, le di todo lo que tenía. Nunca me sentí egoísta, y creo que ella tampoco. Los dos aprendimos mucho. Ella, a relacionarse y a confiar en un hombre.

—¿Le resulta difícil independizarse de la figura de Alfano?
—Hoy en día todo me produce inseguridad.

—¿Cómo le sentó volver a “la casa de mamá”?
—(Risas). Estoy viviendo con ella porque alquilé un departamento y todavía no me lo entregaron. Pero ya me quiero escapar. Siempre le explico que el cordoncito umbilical ya se cortó aunque, claro, la amo.

—¿Contempla una reconciliación?
—Estoy viviendo el ahora. Es difícil pensar en el futuro porque fue muy duro tomar esta decisión. En mi caso, estoy sereno y en paz. Me estoy encontrando a mí mismo. Dentro del dolor, los dos nos debemos estar encontrando.

Revista Caras