Desde sus programas dirimen una pelea despiadada que da rating. Historia de odios.
A principios de diciembre del 2000 me encontré casualmente con Jorge Rial en el country donde él vive y yo pasaba mis vacaciones.
Me contó que estaba por largar un programa, que se iba a llamar Intrusos, y que tendría el estilo de Crónicas Marcianas, un éxito de la televisión española que consistía en una mesa redonda en la que un grupo de gente se pasaba la pelota una a la otra y polemizaba sobre la actualidad. "Lo mejor es que tengo un equipo espectacular", me dijo.
"Ayer firmé el último contrato con una mina que me pareció bárbara, y eso que algunos me habían hablado mal de ella". El entusiasmo de Rial iba in crescendo: "es una mina que va al frente, es guerrera y, además, lo que voy a privilegiar en este grupo es que sea buena gente".
A los pocos días me encontré con Viviana Canosa en los pasillos del 9.
No usaba maquillaje Morticia Adams y era castaña todavía.
Le pregunté: ¿Así que vas a trabajar con Rial?. "No sabés –me dijo– me habían hablado tan mal de él y me pareció un tipo sensacional, hasta cariñoso, y me aseguró que voy a trabajar en total libertad".
¿Dónde habrán quedado esas primeras impresiones de los dos?
¿Dónde habrán quedado esas primeras impresiones de los dos?
En competencia brutal por el liderazgo de la tevé berreta, y mientras se afanan por superar un virtual empate técnico en puntos de rating, el 2007 los exhibe hostiles sin eufemismos, entre el humor y la bizarrez. Aunque nunca con la virulencia del miércoles 20...
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